Para ser "buenos miembros de familia" muchas veces actuamos de determinadas maneras sin siquiera darnos cuenta. De los nuestros heredamos creencias, valores, formas de ser y actuar. En nuestra infancia absorbemos, prácticamente sin barreras, patrones que nos pueden influenciar toda la vida.
Para conocernos es necesario observarnos e identificar nuestras creencias y paradigmas. Una vía es prestar atención a nuestros diálogos (internos y externos). Seguidamente, es necesario reconocer qué conviene desmontar y qué reforzar para lograr nuestro avance.
Las Constelaciones Familares evidencian que actuamos en función a las lealtades conscientes e inconscientes a los nuestros (aunque esto incluso nos juegue en contra). De esta manera, por ejemplo, puede ocurrir que a un joven que le encanta pintar, no lo haga porque en su casa decían que los artistas son unos desorientados.
En nuestra madurez podemos reconocer qué hemos hecho con la idea de no ser "ovejas negras".
Para liberarnos de las ciegas lealtades el primer paso es admitir que de ninguna manera podemos retribuir la vida que nos fue dada. La vida es un regalo demasiado grande, por lo que concierne es hacer algo significativo con ella.
“Si un hombre se encuentra a sí mismo, poseerá una mansión en donde morará con dignidad todos los días de su vida”. James Michener
Por Daniel Duque
@danielduque21
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