lunes, 25 de mayo de 2020

Tratarnos con igual dignidad

Las relaciones entre los miembros de la familia son determinantes en el desarrollo de cada uno y del sistema entero. El terapeuta y escritor Jasper Jull propone la “igual dignidad” como alternativa, la cual define como la igualdad de valor, o “el respeto mutuo de la integridad de las partes”. 

Cuando hay igual dignidad, las necesidades, opiniones y deseos de cada persona son tratados con compromiso, y no se rechazan o minimizan por su sexo, edad, creencias, o cualquier otra razón. Es decir: tus afirmaciones tienen valor para la comunidad, simplemente porque formas parte de ella

El trato con igual dignidad dista de la condescendencia. Los diálogos entre quienes se valoran con igual dignidad se caracterizan porque cuando se expresan los pensamientos, valores, sueños y sentimientos; reciben respuestas sinceras, y si hay una crítica, se procura que sea constructiva. Esto alimenta la reciprocidad dentro del sistema.

Cuando impera este principio, ninguna de las partes se siente con el derecho de ofender. 

Pongamos un ejemplo: Si una hija le dice a su madre: “Deja de someterme. Eres una anticuada de lo último”. Y la madre le contesta: “No seas tan sinvergüenza”. Se están pasando por alto los principios de la igual dignidad. 

Muy diferente es que la hija le diga a la madre: “Te entiendo que estés preocupada porque hay inseguridad, pero yo necesito libertad y estaré en un lugar seguro”. Y la madre: “Vas a ir ganando tu libertad de a poco. Podemos negociar una hora más, pero trata de ponerte en mi lugar que me cuesta descansar si no has llegado".

En la vida familiar se deben tomar decisiones de muchos tipos que repercuten sustancialmente en la vida. 

Pregúntate: 

¿Tratas a los tuyos con igual dignidad?

La familia es un espacio fundamental para el desarrollo de la integridad, y no olvidemos que al final todos somos parte de una misma familia. Es allí en donde más podemos ejercitar nuestra capacidad de ACEPTAR al otro como es. 

Aceptar es más valioso que tolerar. Tolerar es pensar que yo tengo la razón y tú no, pero con todo y eso te respeto. Aceptar es defender mi criterio, y dejar que tú tengas y defiendas el tuyo, reconociendo que hay muchos puntos de vista, que nadie tiene la total razón, que la verdad es relativa dependiendo del cristal por donde se mire. 

Cuando aceptamos al otro consideramos incluso que en el futuro puede que cambiemos de opinión y admitamos otras miradas como ciertas. Aceptar es la mejor manera de convivir. Porque aunque tengamos buenos argumentos para sostener nuestras creencias, nos presentamos con la mente y el corazón abiertos para escuchar a quienes piensan distinto, aceptándolos como son.

De esta manera, 
reconocerás la importancia de ponerte en el lugar del otro, y otorgarás a ti mismo y a los otros tus mejores sentimientos y pensamientos. 

Tú puedes hacerlo. 

Por Daniel Duque 
@danielduque21


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