domingo, 28 de junio de 2020

Amor Gay

Como en las parejas heterosexuales, en una relación amorosa entre homosexuales lo más significativo es el amor que exista entre los dos, que puede hacer que surjan los proyectos en conjunto: desde la decisión de vivir juntos, integrar a su pareja en sus respectivas familias, tener una mascota, viajar, comprar cosas, crear negocios, adopción de un hijo, y más.

La orientación sexual no implica ninguna invalidación en la calidad del amor que se da. 

Los homosexuales que sienten que no pueden mostrarse como son, o que no cuentan con una contención amorosa por parte de sus familiares y amigos, tienden a permanecer en un menor grado evolutivo en cuanto a su identidad y muchas veces  son proclives a conductas autodestructivas: uso de drogas, promiscuidad, excesiva carga laboral, entre otras.

En nuestra sociedad, por lo general, los homosexuales deben afrontar una serie de limitaciones dadas por los estigmas sociales. Por ello, la pareja homosexual para sobrevivir debe confrontar de la manera más sana posible los preceptos convencionales o conservadores. 
Por otro lado, en ciertos lugares del mundo se ha avanzado en la normalización de la orientación homosexual, pero queda aún mucho trecho por recorrer, y son precisamente los homosexuales quienes deben aprender a ser homosexuales, y a vincularse armónicamente con su familia y con el contexto en general, manteniendo presente que todos tenemos el mismo derecho de dar y recibir amor.

Cierro con estas palabras de Arturo Pérez-Reverte inspirado al observar a una pareja homosexual paseando por Venecia:

"Envidio la lucidez y la calma de quienes, a pesar de todo, se mantienen fieles a sí mismos, sin estridencias pero también sin complejos, seres humanos por encima de todo. Gente que en tiempos como éstos, cuando todo el mundo, partidos, comunidades, grupos sociales, reivindica sus correspondientes deudas históricas, podría argumentar, con más derecho que muchos, la deuda impagada de tantos años de adolescencia perdidos, tantos golpes y vejaciones sufridas sin haber cometido jamás delito alguno, tanta rechifla y tanta afrenta grosera infligida por gentuza que, no ya en lo intelectual, sino en lo puramente humano, se encuentra a un nivel abyecto, muy por debajo del suyo.

Pensaba en todo eso mientras el barquito cruzaba la laguna y la pareja se mantenía inmóvil, el uno contra el otro, hombro con hombro. Y antes de volver a lo mío y olvidarlos, me pregunté cuantos fantasmas atormentados, cuántas infelices almas errantes no habrían dado cualquier cosa, incluso la vida, por estar en su lugar. Por estar allí, en Venecia, dándose calor en aquella fría tarde de sus vidas".

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Por Daniel Duque 
@danielduque21

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