La vida puede hacernos entrar en situaciones difíciles. Supongamos que nos detectan que vivimos con cáncer o VIH. Es posible que por miedo, por querer protegerlos, por el estigma social u otras razones, optemos por no tratar el asunto con nuestros seres queridos.
Cuando ellos se enteren muy probablemente sentirán dolor y lo expresen hasta con rabia. La verdad es que no estamos entrenados para reaccionar acordemente a este tipo de situaciones que son complicadas para todos los involucrados quienes han de adentrarse en el mundo de la paciencia, la aceptación y la entereza.
En toda crisis que atravieses permite que el cambio tenga espacio y confía en tus capacidades. Quienes te rodean se abrirán al entendimiento de mente y corazón en su momento, porque cada quien tiene sus ritmos.
El amor nos enseña a sentir más y a culpar menos. No es sobre: "¿Cómo pudiste?", es sobre: "Acá estoy"; sin embargo, no todos aprendemos a la misma velocidad.
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