Cuando con quienes solíamos convivir parten de casa podemos sentir una especie de vacío acompañado de tristeza. Cuando son los hijos los que se van, sus padres pueden experimentar el fenómeno llamado "nido vacío” que genera muchas veces una crisis en la pareja, quienes ahora pueden sentirse distintos por lo que surge la gran posibilidad de reencontrarse o rescatar el compromiso, y así acompañarse con nuevas ideas y buenos recuerdos.
En lugar de dejarse vencer por la rutina, la pareja se beneficia si se convierten en estrategas del arte de estar juntos: ha llegado la hora de hacer valer tantos años de entrenamiento, tantas horas de vuelo compartidas.
Si la pareja ha luchado por mantenerse unida y por llevar a cabo tan importantes proyectos, como levantar a unos hijos, podría aprovechar para brindarse recompensas: ver películas, leer, viajar, organizar celebraciones con sus amigos, practicar alguna actividad física y a la vez espiritual como el Yoga, y tanto más.
En esta etapa (como en todas), se puede avivar el interés en la relación, al estilo de la preservación del fuego de la llama olímpica. En esto poder es cuestión de querer.
Por Daniel Duque @danielduque21
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